domingo, 20 de mayo de 2012

CUANDO LA CAUSA DE LA INTOLERANCIA ESTÁ DENTRO DE TI



Una de las causas que más intolerancia provoca en esta sociedad son las enfermedades.
Sabemos que hace ya algunos siglos está intolerancia llegaba hasta tal punto que los enfermos como por ejemplo de lepra o tuberculosis, vagaban por las calles como si de endemoniados se tratase y se situaban en la jerarquía social aún por debajo de los pobres. Eran repudiados por la sociedad.
Actualmente hemos avanzado bastante desde eso, pero aún sigue habiendo tildes de intolerancia sobre algunas enfermedades de las cuales en su gran mayoría, se desconocen debidamente tanto las causas de su origen como las de su transmisión.
En esta entrada me voy a centrar en el SIDA (VIH), enfermedad que ha provocado desde 1980 más de 25 millones de muertos en todo el mundo.
La intolerancia con esta enfermedad comienza desde su descubrimiento. Los primeros casos se dan entre homosexuales, por lo que la enfermedad empieza a conocerse como “La Peste Rosa” asociando la aparición de manchas rosas en la piel con la tendencia homosexual de la mayoría de estos primeros casos.



Muchas teorías no científicas aumentaban esta discriminación alegando que el SIDA no provenía de la infección del VIH y lo asociaban con el abuso de drogas de la época, como el popper, así como la gran actividad sexual con distintas personas.



De 1985 a 1990 se desarrolló un aislamiento social de los infectados por el virus. Tanto por parte de sus familiares como amigos, fundamentalmente por el miedo a contraer el virus. Se dieron casos de niños infectados que no encontraban colegio al que asistir porque los padres del resto de niños se negaban a que sus hijos compartieran aula con ellos, por ese terror que transmitía la palabra VIH, por esa falsa creencia de que cualquier contacto significaría el lastre de esa terrible enfermedad.
Hoy son muchas las campañas que se han llevado a cabo para el mejor conocimiento de la enfermedad y para erradicar la intolerancia que se tiene de ella. Pero aún queda mucho camino por recorrer.

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