En la sociedad actual utilizamos a menudo el término tolerancia sin reparar en que se trata de un concepto cuyo significado no se conoce con exactitud.
La Real Academia presenta 2 acepciones:
- “Respeto y consideración hacia las opiniones o prácticas de los demás, aunque sean diferentes a las nuestras”.
- “Permitir algo que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente; osea, no impedir –pudiendo hacerlo- que otro u otros realicen determinado mal”.
La cuestión está en determinar el límite de lo no tolerable.
La tolerancia puede ayudar a resolver muchos conflictos y a erradicar muchas violencias. Por desgracia vivimos en un mundo en el que son frecuentes actos de violencia y maltrato al prójimo por lo que deducimos que una educación centrada en la tolerancia debe primar y promoverse de una forma necesaria y urgente.
Conviene tener en cuenta, por otra parte, que una de las causas más importantes de la intolerancia son las diferencias de estatus y poder que existen entre los seres humanos. El prejuicio puede ser utilizado para legitimar dichas diferencias.
La Historia de la Humanidad refleja que intolerancia y violencia suelen producirse de forma paralela, como dos caras de una misma moneda, cada uno de estos dos problemas contribuye a que el otro aumente. La intolerancia está en el origen de la violencia. Y la violencia genera intolerancia.
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